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El Conjunto del Patronato San Antonio de Padua

Categoría: 
Monumentos Históricos

La historia del Patronato de San Antonio de Padua se asocia al comienzo de la vivienda social en Chile a inicios del siglo XX, con los llamados "Patronatos de Beneficencia", los cuales generaron un cambio en la sociedad chilena, transformando la pobreza, higiene, salud y calidad de vida de los obreros en un tema de interés público.

La Iglesia Parroquial fue diseñada por el arquitecto Emilio Doyeré, quien forma parte del grupo de extranjeros llegados a Chile a fines del siglo XIX contratados con el fin de cambiar la imagen del país a través de la arquitectura y el urbanismo. El Sr. Doyére tuvo directa participación en la consolidación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile.

El diseño original de la iglesia, aunque no se ejecutó como tal, corresponde al de otras iglesias de Santiago, como la Iglesia del Santísimo Sacramento, de Avenida Matta, y la Iglesia de San Pedro, en calle Mac Iver.

Por su parte, el templo parroquial fue construido bajo la dirección del arquitecto Julio Veglia y su hijo Víctor Veglia, con una capacidad para 500 personas. La iglesia, con afiliación estilística al romántico, constituyó la obra culmine del Patronato. Su primera piedra fue colocada en una masiva ceremonia el 8 de agosto de 1917; la obra fue entregada cinco años después, el 22 de mayo de 1922, no terminada, por problemas de financiamiento.

La concepción del Conjunto del Patronato de San Antonio de Padua tiene un estrecho vínculo con la historia y surgimiento de la clase obrera de Chile, consecuencia de la rápida industrialización que se dio en nuestro país a mediados del siglo XIX y principios del XX, siendo parte de las primeras soluciones concretas generadas en el seno de la beneficencia católica, y en particular de la Orden Franciscana, para la superación de la pobreza.

El Conjunto constituyó la culminación de un inmenso esfuerzo por parte de los hermanos franciscanos menores y terciarios seculares, al concretarse definitivamente la idea de su principal ideólogo, el Padre Luis Orellana, cuyos restos descansan en la misma iglesia, para apoyar a los pobladores de este sector.

El reconocimiento de la comunidad a este conjunto persiste hasta el día de hoy, destacándose la festividad de San Antonio de Padua, que se realiza anualmente en el mes de octubre en la Plaza Bogotá y que congrega tanto a los vecinos del sector como a visitantes externos, revitalizando e incorporando un carácter cultural distintivo al barrio.

El Conjunto del Patronato de San Antonio de Padua contribuyó al desafío de la vivienda obrera y también promovió un paulatino mejoramiento urbano de todo este sector, donde rápidamente llegaron los servicios básicos de alcantarillado, agua, luz y tranvía.

Su emplazamiento, producto de una donación representativa del aporte de particulares a las órdenes religiosas con fines de bienestar social, forma parte de las manzanas que se apartan del damero fundacional del centro de la ciudad, ordenándose en una trama ortogonal de forma alargada, en busca de mejores condiciones de asoleamiento.