Estuvo casi 50 años cubiertos por doce capas de pintura. Y fue el trabajo de los profesionales del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR) y de la Unidad de Patrimonio (UPA) de la Municipalidad de Chillán, el que permitió develar que el mural “Principio y fin” de Julio Escámez, en el edificio consistorial de la comuna, sigue allí y en buenas condiciones, con grandes posibilidades de restauración.
Por eso, el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) acordó por unanimidad acoger la solicitud de declarar Monumento Nacional, en categoría de Monumento Histórico, los murales de 42 m2 que se encuentran en el segundo y tercer piso del edificio municipal. Porque no es solo uno, el principal, sino uno más, en el muro lateral, del que solo se conocían referencias por la invitación original a la inauguración. La obra le fue encargada al artista en 1969 por el alcalde de la ciudad y fue inaugurada en 1972. Sin embargo, fue invisibilizada por las autoridades militares al año siguiente, en un acto de censura por su temática de lucha social e importancia de la población obrera.
“Durante décadas, se pensó que el mural había sido destruido. El propio artista, que partió al exilio en 1974 a Costa Rica, lo creyó. Hoy, gracias al trabajo intersector, donde incluso contamos con el apoyo de la Comisión Chilena de Energía Nuclear para las inspecciones con georradar, tomografías con ultrasonido e inspección termográfica, podemos apreciar que debajo de la pintura está en todo el vibrante color y las formas que le dio el artista. La recuperación del mural, por la que seguiremos trabajando desde nuestra institucionalidad, no es solo rescatar una obra de gran valor, sino honrar y reconocer la memoria histórica como parte esencial de nuestro patrimonio”, dijo la subsecretaria del Patrimonio Cultural y presidenta del CMN, Carolina Pérez Dattari.
A la sesión asistieron representantes de la Fundación Escámez, Orietta Duvachelle Escámez y María Elena Duvachelle (miembros también de su familia); de la Municipalidad de Chillán, encabezados por la encargada de la UPA, Karin Cárdenas; del CNCR, y el director regional del Servicio del Patrimonio Cultural de Ñuble, Claudio Martínez. Este último recordó que el acto de censura del mural, por parte de efectivos militares, junto con el asesinato del alcalde Chillán, Ricardo Lagos Reyes, y su familia fue “un acto de terror puro” y un “mazazo para la comunidad de Chillán”. Por eso, dijo, “no se trata solo de la recuperación de una obra pictórica, sino una reparación para la ciudad y sus habitantes. Esta es una deuda que se empieza a saldar”.
Julio Escámez tardó dos años en terminar los murales, el último trabajo que realizara en Chile antes de partir al exilio en Costa Rica. Fue inaugurado oficialmente el 24 de junio de 1972, en el Salón de Honor de la Municipalidad de Chillán. Dos meses más tarde, el presidente Salvador Allende fue nombrado Hijo Ilustre de la ciudad con la obra a sus espaldas. Las fotografías más icónicas vienen de ese día.
Fue el convencimiento de los profesionales de la UPA de Chillán de que la obra seguía en el edificio consistorial (y no que había sido destruida con alquitrán o picada hasta su destrucción total, como fue la versión del gobierno militar), lo que motivó la presencia del CNCR, que trabajó entre 2023 y 2024. A través de ventanas de inspección, de acuerdo con imágenes obtenidas de la invitación a la inauguración, se constató que el mural principal sigue allí –cortado por una losa que eliminó la doble altura del salón- así como el mural en la pared lateral.
“El rumor siempre habló de destrucción, que había sido picado, que había sido ametrallado. Escámez murió creyéndolo y recién, a casi cien años de su natalicio, sabemos que nada de esto era cierto. Como fundación y como familia, agradecemos los esfuerzos conjuntos que hoy permiten que la recuperación y restauración del mural de Escámez sea una realidad para la ciudad de Chillán y para nuestro país. Esperamos que la declaratoria de Monumento Nacional le devuelva al mural el sitial ciudadano que merece”, dijo Orietta Duvachelle Escámez, en nombre de la Fundación Escámez, agradeciendo además a los actores que participaron en este proceso.
Por desgracia, es muy probable que la instalación de la losa que dividió en dos pisos el que fue pensado como Salón de Honor de la Municipalidad haya dañado esa parte del mural. Por eso, los consejeros acordaron solicitar a la Municipalidad de Chillán que se realice a la brevedad un estudio estructural, con el propósito último de retirar la losa y determinar, posteriormente y con la autorización del Consejo, cómo reparar ese daño para bien de la restauración.
“Principio y fin” es una apología de la lucha de clases, mostrando las condiciones precarias de vida del pueblo oprimido por la burguesía y el ejército. En la etapa final, se puede observar al pueblo vencedor que ondea sus banderas en son de libertad e igualdad entre pares. Es una de las obras que relevan el desarrollo del muralismo en Chillán, de la mano de los referentes mexicanos David Alfaro Siqueiros y Xavier Guerrero, que plasmaron sus obras tras el terremoto que devastó la ciudad en 1939, y que derivó en el auge del arte mural de la escuela de Artes de la Universidad de Chile, el movimiento Ramona Parra y otros muralistas destacados.