Casa Abaroa

La Casa Abaroa es un antiguo inmueble construido en 1920 por el arquitecto español Jaime Pedreny bajo el encargo del empresario Andrónico Abaroa. Se ubica en el límite poniente del Parque Brasil de Antofagasta. Este sector antiguamente era usado como Cancha de Carreras y Campo de Marte. Fue urbanizado a comienzos del siglo XX, transformándose en un eje residencial de la sociedad acomodada en aquella época. Aquí se construyeron residencias familiares tipo villa con características arquitectónicas propias de la época. Este proceso fue acompañado por una forestación y creación de áreas verdes que conforman hasta la fecha un atractivo paseo público.
La casa de inspiración neoclásica tiene dos pisos con un subterráneo, que suman una superficie de 1.716 m² construidos. Posee dos accesos uno principal en el ala oriente de la vivienda, y otro de servicio que conectaba con la costanera. Tiene un gran tejado de faldones con buhardilla, ventanas de arco tendido y balaustradas ornamentadas en las escaleras del acceso principal. Al piso se ingresa por escaleras simétricas establecidas en forma paralela al volumen principal. Un amplio salón conduce a una mampara, por el cual se accede al interior donde los recintos se ordenan en torno a un espacio central de doble altura. Una escalera estratégicamente dispuesta en el costado sur oriente comunica al segundo piso de la vivienda, el cual replica la distribución del primer nivel. Hacia el fondo, separada de la casa principal se encuentran las dependencias de servicio y el patio que da al mar. El subterráneo aprovecha el desnivel natural del terreno y resuelve un conjunto de programas secundarios de diversa índole. Por último, existen dos construcciones menores que rematan a ambos lados del antejardín, que funcionaban originalmente como garaje y portería.
La casa fue donada por la familia Abaroa al Estado chileno. Posteriormente fue entregada en comodato a diferentes instituciones como la Fuerza Aérea de Chile y al Fondo Nacional de Salud (Fonasa). Ninguna de estas dos administraciones se preocupó por el estado del edificio, sufriendo con el paso de los años un deterioro importante gracias al abandono y la acción climática. Frente a tal situación y el interés de empresas inmobiliarias por adquirir el predio la Universidad Católica del Norte promovió su declaratoria como Monumento Nacional en 1998. Sin embargo, tuvieron que pasar ocho años para que fuera protegida gracias un nuevo esfuerzo, encabezado por la Corporación Casa Abaroa. Bajo su administración el inmueble se convirtió en un espacio dedicado a la cultura y las artes, como Museo Histórico del Salitre. Lamentablemente esta iniciativa no perduró en el tiempo y hasta la actualidad se mantiene cerrado.