“A la víspera del viaje, (...) sea Ud. permeable a la belleza y deje abierta de par en par la puerta de su curiosidad; se va encontrar con panoramas, costumbres y rostros nuevos; y todo esto es su patria; mírela, escúchela con simpatía y con amor. Y a su regreso sentirá Ud., en la plenitud que procura el goce de un viaje bien aprovechado, cómo se ha enriquecido su mente, su alma, y la sangre que corre por sus venas” (Roberto Montandon, Invitación al viaje).