La Convención del Patrimonio Mundial fue aprobada por la Conferencia General de la Unesco en 1972, y luego ratificada por Chile en 1980. Este instrumento compromete a los Estados que la suscriben a identificar, proteger, conservar, rehabilitar y transmitir a las generaciones futuras el patrimonio cultural y natural situado en su territorio. A la vez, establece un sistema de asistencia y cooperación internacional destinado a secundar a sus Estados Partes en los esfuerzos que desplieguen para identificar y conservar ese patrimonio.