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Mina Chiflón del Diablo

Localización: 
Biobío, Concepción, Lota
Categoría: 
Monumentos Históricos
Tipología: 
  • Inmueble
  • Industrial
  • Minera

El auge de las máquinas a vapor durante el siglo XIX, provocaron un explosivo aumento de la demanda por carbón mineral, para alimentar la extensa red de ferrocarriles que se expandía por el país y a las embarcaciones que llegaban y salían desde nuestros puertos o que cruzaban el Estrecho de Magallanes. En ese contexto, a mediados del siglo XIX se instalan en la región costera del golfo de Arauco renombrados empresarios mineros, quienes se encargarían de estudiar los yacimientos de la zona para su posterior explotación. Los nombres más destacados fueron los de Matías Cousiño, Jorge Rojas, Guillermo Délano y Federico Schwager, entre otros. A poco andar, en 1869, el agotamiento de algunas vetas obligó a las empresas a extender sus faenas a los mantos submarinos. El yacimiento Pique Carlos, conocido hoy como Chiflón del Diablo, se constituyó así como la primera y única mina submarina del mundo. Su auge lo vivió luego, gracias al hallazgo y extracción del carbón de piedra ubicado en el manto Nº 5, también denominado carbón metalúrgico, de mayor potencial calórico.

Esta mina se caracterizó por poseer ventilación natural y por el modelo de explotación denominado "por pilares" o "room and pillar", que consistía en la estructuración de pilares de carbón de 1 a 1.2 metros de altura donde el minero debía trabajar de rodillas, extrayendo el carbón hacia arriba o hacia abajo para conformar una caverna de extracción y un pilar sostenedor, conformando una galería subterránea que permitía la ventilación, generándose una compleja trama de túneles y galerías interconectados. Por otra parte, en torno a las ciudades de Lota y Coronel surgió un importante polo de desarrollo industrial de todo tipo, permitiendo la acumulación de importantes fortunas y el desarrollo de relaciones laborales de tipo capitalista. Por esta razón y también por ser zona de frontera entre el valle central chileno y el territorio mapuche, estas ciudades no tardaron en convertirse en centros de atracción demográfica para la población campesina de la región y de resto de Chile. Una de las grandes consecuencias de la explotación minera, de la generación de grandes fortunas y la llegada de miles de habitantes, fue también la precariedad de las condiciones de vida de los trabajadores.

Los principales problemas fueron la falta de viviendas adecuadas, la proliferación de epidemias, enfermedades profesionales y la escasez de establecimientos educacionales. Junto con esto, el trato abusivo hacia los trabajadores por parte de sus mandos hicieron de esta zona un territorio fértil para el estallido del malestar social y de la organización de los trabajadores en torno a sindicatos, a luchas y diversas formas de vida y cultura, las que luego fueron un ejemplo para los movimientos obreros de todo el país. Todo esto fue retratado por Baldomero Lillo en su libro Sub Terra, a partir del cual este yacimiento pasa a ser llamado El Chiflón del Diablo. Avanzado el siglo XX, la masificación del uso del petróleo y la energía eléctrica en los procesos industriales y en los medios de transporte más el agotamiento de las vetas de mayor calidad, provocaron la decadencia de esta mina, lo que llevaría a su cierre definitivo en 1997. Hoy, este yacimiento funciona como uno de los más importantes atractivos turísticos de la Región del Bíobio, donde se ofrecen visitas a los turistas, que son guiados por ex mineros o trabajadores del Chiflón del Diablo, conocedores únicos de cada rincón de estos túneles submarinos. El Chiflón del diablo guarda en las entrañas de la tierra historias de riqueza y pobreza, de auge y abuso. La historia de una ciudad y una región que creció bajo su brazo y que sobrevive hoy como patrimonio identitario tanto de ellos como de todo el país.