- Inmueble
- Equipamiento
- Religioso / Ceremonial
El Monasterio Benedictino es un recinto católico ubicado en la ciudad de Santiago, en la comuna de Las Condes, en el cerro Los Piques, en la calle Montecasino N°960. Su origen se remonta al año 1916, cuando el Padre Juan Subercaseaux, quien se encontraba estudiando en Roma, conoció a los Benedictinos franceses de Solesmes, de donde tomó la idea de fundar un monasterio en Chile. A partir de entonces, con la ayuda de su familia y el patrocinio de la congregación de Solesmes, el Padre gestionó el establecimiento de los benedictinos en Santiago, lo que se concretó en el año 1938. En un comienzo se instalaron en la chacra de Lo Fontecilla de Carlos Peña. Sin embargo, la comunidad no logró surgir luego de que el estallido de la Segunda Guerra Mundial motivara la supresión del patrocinio de la abadía francesa. Tiempo después consiguieron el apoyo de la abadía alemana de Beuron. En 1948 llegaron a Santiago los primeros monjes, con lo que el monasterio comenzó a ganar fuerza. Se trasladaron a los terrenos que actualmente ocupa el Hospital de la Fuerza Aérea, sin embargo, los mismos fueron vendidos a esta institución poco después, en el año 1953. La orden, entretanto, adquirió los terrenos en el cerro Los Piques. El monasterio iba a ser levantado luego de que se realizara un concurso el mismo año 1953, cuyo ganador fue el equipo de Jaime Bellalta, pero de su propuesta sólo alcanzaron a construirse el cuerpo de celdas y una capilla provisoria. En 1960, el Instituto de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso se hizo cargo del proyecto reformulando el anterior, con un nuevo diseño para monasterio y la iglesia definitiva; no obstante, resultó muy ambicioso para las pretensiones de los monjes y finalmente no se realizó. Luego de un largo debate, la orden decidió entregar la tarea a Martín Correa y Gabriel Guarda, dos monjes arquitectos que formaban parte de su comunidad. Pese a su juventud e inexperiencia, los monjes asumieron el diseño de todo el conjunto, luego de realizar un detallado estudio sobre las condiciones de luz que querían darle al templo. La propuesta fue ejecutada entre los años 1962 y 1964, dando lugar al espacio que permanece hasta la actualidad. La Iglesia fue desarrollada a partir de una configuración moderna de volúmenes simples, con prismas, especialmente cubos y paralelepípedos como figuras principales, que se asocian entre sí a través de sus lados y vértices. Dos cubos de luz unidos por sus vértices conforman el espacio principal. Uno contiene el altar y el otro configura el espacio donde se ubican los fieles. Un cubo remata la obra a modo de campanario el cual proyecta la sombra de éste conforme va transcurriendo el día. El acceso al templo se realiza a través de una rampa ascendente a modo procesional, conducente a la zona donde se encuentra la moderna escultura dedicada a la Virgen María con el Niño Jesús. Al ir ascendiendo, se puede apreciar como la arquitectura va descubriendo al espectador el espacio interior de la iglesia, hasta llegar a la parte superior, desde donde se puede apreciar de forma completa la nave. Se logra observar las dos grandes áreas, para fieles y monjes, separadas y enfrentadas en un diálogo común por una escalinata conducente al presbiterio, donde se logra entender la unión de la obra arquitectónica en un solo elemento, en el cual el recorrido envolvente de sus espacios es fundamental para su entendimiento. Sus muros son de hormigón blanqueados a la cal y con terminación rústica, de condición abstracta, donde se aprecia la huella del encofrado. Mirando hacia el altar a mano izquierda existe una pequeña capilla para el Santísimo Sacramento, a la cual se accede tanto por el área de los fieles como por la de los monjes. Posee un hermoso color ámbar por el tinte de la luz que ingresa por los espacios entre muros. A mano derecha y bordeando la rampa de acceso se descubre un pequeño espacio que posee una urna transparente que contiene un conjunto escultórico de la Sagrada Familia. El templo casi no cuenta con decoración, remitiéndose su diseño al juego de luz natural que traza su arquitectura. A diferencia de las iglesias tradicionales, en ésta el nicho de la Virgen es convexo y la escultura se sostiene en un voladizo. Esta estatua fue elaborada por la artista premio nacional de arte Marta Colvin y su alumno Francisco Gacitúa. La obra tiene 2,30 metros de altura y data del año 1970. La Cruz, elaborada en madera y conformada por una cruz griega, presenta dos caras; una, con Cristo crucificado y, la otra, una aplicación en metal repujado, con la imagen del Cordero de Dios. Asimismo, el altar, construido en hormigón, funciona como una pieza de unión entre fieles y monjes. El diseño del mobiliario del coro es obra del arquitecto Raúl Irarrázaval. En él se encuentra el órgano construido por Oreste Carlini en 1919, que alguna vez perteneció al Monasterio de las Monjas Clarisas del barrio Recoleta. A su lado se encuentra el salterio, una pequeña arpa tocada con uñeta, que también se utiliza para acompañar los oficios religiosos. Por las razones antes expuestas, la Iglesia y el Monasterio Benedictinos fueron declarados Monumento Histórico el 9 de abril de 1981. Referencias: Martínez, Leticia y Díaz, Cristian. Lo que no vemos. Iglesias de Santiago. Un lugar de encuentro con nuestro patrimonio. Iglesia del Monasterio Benedictino. http://iglesiaspatrimoniales.cl/ Decreto 1661 (1981)