- Entorno a Monumento Histórico
Habitada ancestralmente por huilliches y chonos, el Archipiélago de Chiloé fue colonizado tempranamente por españoles que se asentaron en el lugar desde mediados del siglo XVI. Junto con los conquistadores, llegaron también franciscanos y mercedarios que buscaban evangelizar a la población indígena. Sin embargo, fueron los jesuitas quienes desde comienzos del siglo XVII pudieron llevar a cabo un proceso de evangelización que respondiera a las particularidades la isla, como su aislamiento, la dispersión indígena, la importancia y abundancia de la madera y saber relacionarse por y con el mar.
Los jesuitas hacían recorridos anuales por las islas, quedándose solo un par de días en cada lugar. El resto del año, un laico especialmente preparado atendía a los lugareños. Esas visitas circulantes dieron vida a las primeras capillas, construidas mano a mano por los misioneros y por la comunidad que aportaban su trabajo, sus materiales, sus técnicas y la madera, dando origen sincretismo arquitectónico que mezclaba las tradiciones culturales europeas y las indígenas, produciendo una forma única de arquitectura en madera.
En este contexto, la Iglesia de San Juan, en la comuna de Dalcahue, responde a esta historia y características. Se ubica en medio de un ambiente muy típico chilote donde se mezcla el campo con el mar. La Iglesia fue construida en 1887 y desde entonces ha sufrido cuatro procesos de restauración, de acuerdo a los registros disponibles. En tanto, el entorno de la Iglesia de San Juan, se inscribe dentro de la bahía del Canal Dalcahue, en una abrigada ensenada donde desembocan dos ríos en dos esteros; además de estar rodeada y protegida por cerros y arboledas, que cuando baja la marea queda totalmente desaguada. El poblado se configura desde la iglesia, la explanada que ha dado lugar a una plaza y el cementerio antiguo tras el templo.
El emplazamiento del poblado de San Juan se encuentra protegido por el mar e imponentes cerros que lo circundan. La vista completa del conjunto puede apreciarse desde las alturas del camino de acceso y el camino principal.
Hasta el día de hoy esta Iglesia y su entorno conviven con el poblado a través de su devoción religiosa, la que alcanza su mayor expresión los días 23 y 24 de junio se realizan una serie de actividades religiosas y sociales en honor a su santo patrono San Juan Bautista, acudiendo un gran número de personas desde diferentes rincones del archipiélago.
Esta Iglesia centenaria y su entorno se erigen hoy como un elemento identitario y social que es sostenido de generación en generación.
